La vida está llena de sorpresas, y también hay personas que son una caja de sorpresas y eso estimula para seguir conociéndolas...
Cuando mencionas la palabra sorpresa enseguida se piensa en algo material. En un regalo por navidad que no esperabas, en una fiesta de cumpleaños donde aparecen amigos que hace tiempo que no veías o la una romántica sorpresa en una cena con tu pareja.
Hay otro tipo de sorpresas, esas que te da la vida, sin buscarlas, esas son las mejores. Te sorprendes cuando quieres empezar un proyecto que tenías en mente, leer un libro, ir al cine, quedar con unos amigos, iniciar una actividad, realizar un viaje, etc. En esos momentos surge una ilusión, una fuerza de voluntad, una satisfacción, una gran actividad, un brillo intelectual, un afán de investigación que parecen te hacen sentir mejor.
Y quién no ha recibido una sorpresa?… las hay muy sencillas, como la mirada de una persona en el metro y ver que te sonríe, eso sí que sube tu ego, un saludo en el ascensor, un compañer@ que te dice algo bonito, una atención de personas que nunca te habías fijado en ellas y todas estas cosas te hace sentir bien durante todo el día.
Recibir sorpresas es una de esas cosas buenas que nunca terminarán y que deberíamos practicar más.
Las sorpresas no siempre son buenas.
Pero a pesar de todo me encanta que la vida siga siendo una caja de sorpresas.
lunes, 27 de mayo de 2013
sábado, 25 de mayo de 2013
jueves, 23 de mayo de 2013
" LA MÁSCARA "
Cada vez que me pongo una
máscara para tapar mi
realidad, fingiendo ser lo que
no soy, lo hago para atraer
a la gente.
Luego descubro que solo
atraigo a otros enmascarados,
alejando a los demás debido
a un estorbo: la máscara. Uso
la máscara va evitar que la
gente vea mis debilidades;
luego descubro que al no ver
mi humanidad, los demás no
me quieren por lo que soy,
sino por la máscara.
Uso una máscara para
preservar mis amistades;
luego descubro que si pierdo
un amigo por haber sido
auténtico, realmente no era
amigo mío, sino de la
máscara. Me pongo una
máscara para evitar ofender
a alguien y ser diplomático;
luego descubro que aquello
que más ofende a las
personas con las que quiero
intimidar, es la máscara.
Me pongo una máscara,
convencido de que es lo
mejor que puedo hacer para
ser amado. Luego descubro la
triste paradoja: lo que más
deseo lograr con mis
máscaras, es precisamente lo
que impido con ellas.
Gilbert Brenson
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