Puede que acabe una etapa, un sentimiento o una relación, pero, ahí sigues!. Ya ves, acaban las cosas, no tú. Y aunque a veces nos sintamos o incluso queramos ser arrastrados en la pérdida, nos toca quedarnos y lo más difícil, continuar, y no me lo digas!, cómo cuesta cuando toca subir y estás sin fuerza y sin un rumbo a dónde ir. Pero piensa, tú estás y lo que ya no está no puede ni debe hacerte caer.
Nos acostumbramos a las cosas, a las personas, a los sentimientos, y nos dejamos llevar por la inercia de la costumbre, hasta que algo cae y esa fuerza se desvanece y entonces tenemos que remar hacia nueva orilla y hasta andar descalzos aunque la arena queme.
Al menos siempre hay algo bueno: que las pérdidas y las soledades también se van, que cuando una cosa acaba siempre empieza otra y que lo que hoy te arrastra mañana te empuja.